Historia del jabón
El mejor invento del mundo

El origen del jabón, definido hoy como la sal alcalina de un ácido graso, se sitúa sin duda mucho antes de la era cristiana: remontándonos a la antigua civilización Sumeria, encontramos la primera alusión en unas Tablillas encontradas en Mesopotamia, año 3.000 a.C. Posteriormente, un papiro egipcio de 1.500 a. C. calificado de “auténtico tratado médico”, hace referencia a la utilización de cierta sustancia jabonosa empleada para el lavado del lino y el algodón, y como tratamiento para enfermedades de la piel.

Pero fueron los romanos los que hicieron de la elaboración del jabón una verdadera artesanía, convirtiéndolo en un artículo de uso diario, tanto por higiene como para evitar enfermedades. Tras la caída del Imperio Romano en el 467 d.C., disminuye casi por completo el uso del jabón debido a la desaparición de los baños públicos, por prohibición expresa de la Iglesia, y el consecuente desinterés por el aseo personal.

Es ya en el siglo VII cuando surge la fabricación de jabón y los gremios de jaboneros se empiezan a dar por toda Europa (Francia, Italia, España, etc.), pero se convierte en un artículo de lujo, por estar sujeto a los Monopolios Reales que gravan el producto con impuestos demasiado elevados, por lo que solo están al alcance de las clases altas.

En el siglo X, Europa sufría una gran despoblación y las plagas y epidemias elevaron el índice de mortandad adulta e infantil. Por esas fechas su fabricación en España, se hacía en las “Almonas”, solo con la autorización del monarca reinante. La más famosa de estas almonas fue la de Triana (Sevilla), que funcionó durante 400 años, y en la que se hacía el conocido jabón Castilla.

A partir del siglo IX, Marsella fue el centro del negocio de la jabonería, y más tarde, en el siglo XIV, pasó a Venecia. Es curioso destacar que en los siglos XIV-XVIII los monarcas del Viejo Continente se reservaban el privilegio de conceder licencia para construir y explotar jabonerías.

A partir de 1789 desaparecen los monopolios reales, fecha que coincide con el revolucionario invento de Leblanc para fabricar el carbonato sódico, con el que los artesanos pudieron fabricar el jabón sódico a escala industrial a través de la sosa cáustica, y no a partir de cenizas como se había hecho hasta entonces.

Fueron estos hechos los que dieron lugar a una verdadera industria jabonera, que se extendió por todos los países europeos. El producto se abarató ostensiblemente y su uso se generalizó a todas las clases sociales. De este modo empezaron a desaparecer enfermedades de la piel, y sobre todo su contagio, que afectaban de forma particular a la infancia.

Todo esto, unido al uso de la ropa interior, fue lo que condujo a la afirmación en la época de un hecho trascendental: gracias al uso del jabón y su repercusión en la higiene, se hizo posible el crecimiento de la población de Europa, debido a la disminución de las causas de la mortalidad. En consecuencia, en el siglo XIX la población en Europa se triplicó y la esperanza de vida pasó de los 30 a los 50 años, sólo y exclusivamente por el uso del jabón.

Puede por tanto afirmarse que el nacimiento de la industria del jabón fue tan importante para la sociedad como lo fue la máquina de vapor en la Revolución Industrial.

Curiosidades

¿Sabían que el uso de ropa interior no estuvo al alcance de las clases medias y humildes hasta 1799, hace tan solo un par de siglos?

Existe una leyenda según la cual el nombre “jabón” procede de la palabra italiana “sapone” que a su vez viene del Monte Sapo, una de las colinas de Roma en la que se practicaban sacrificios rituales de animales. La lluvia arrastraba hasta el río Tíber la grasa animal junto con las cenizas del sacrificio y fueron las mujeres del lugar quienes observaron que aquellos residuos mejoraban el lavado de ropa.

¿Y que fue gracias a la gran aportación que hizo el químico británico Charles Tennant, quien mediante la reacción de cloro gaseoso con cal apagada, obtuvo un polvo - el llamado “polvo blanqueador”- que sirvió para blanquear el algodón, un tejido barato al alcance de cualquiera, generalizándose el uso de la ropa interior, lo que obligó a la industria jabonera a multiplicarse para poder lavar todo e l textil que empezó a producirse a finales del siglo XVIII ?


Sabemos también por la Biblia que Moisés, además de los Diez Mandamientos, dio a los israelitas unas leyes detalladas que trataban sobre la limpieza personal y que éstas pretendían, además de un mayor aseo entre el pueblo, conservar la salud, evitando infecciones y contagios.

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